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Foto del escritorCorpovser IPS

¿Cómo funciona la química de la felicidad?


Las sustancias químicas de la felicidad están controladas por unas diminutas estructuras cerebrales que todos los mamíferos tienen en común: el hipocampo, la amígdala, la pituitaria, el hipotálamo y otras, que en conjunto forman el llamado sistema límbico. El sistema límbico humano está rodeado por una gran corteza llamada córtex, o corteza cerebral. El sistema límbico y el córtex siempre trabajan conjuntamente para mantenernos vivos y preservar nuestro ADN. Cada una de esas estructuras tiene una tarea específica:


El córtex busca patrones en el presente que encajen con patrones con los que conectamos en el pasado.

El sistema límbico libera sustancias neuroquímicas que le dicen al organismo: «Esto es bueno para ti, adelante», o «Esto es perjudicial para ti, evítalo». Nuestro cuerpo no siempre actúa en función de esos mensajes, pues el córtex puede invalidarlos. Si el córtex invalida un mensaje, se genera una alternativa y el sistema límbico reacciona ante

ella, de modo que el córtex puede inhibir el sistema límbico de manera momentánea, pero el cerebro mamífero o límbico es la clave de quiénes somos. El córtex dirige la atención y selecciona la información, pero el cerebro límbico es el que desencadena la acción.


Cada sustancia química tiene una tarea


Nuestro mamífero interior nos recompensa con sensaciones agradables cuando hacemos cosas positivas para nuestra supervivencia. Cada sustancia química de la felicidad provoca un tipo de comportamiento de supervivencia diferente.


• Dopamina: incita a conseguir lo que uno necesita, aunque requiera mucho esfuerzo.

• Endorfinas: hacen que se ignore el dolor, de modo que uno puede eludir las lesiones cuando está herido.

• Oxitocina: motiva a creer en los demás, así se encuentra seguridad en la compañía.

• Serotonina: hace que uno se haga respetar, lo cual aumenta la posibilidad de emparejarse y de proteger a la descendencia.


Podemos salir adelante con diferentes motivaciones de nuestro cerebro verbal, pero es nuestro mamífero interior el que decide lo que nos hace sentir bien.


El cerebro mamífero, o cerebro límbico, hace que el cuerpo se dirija a cosas que desencadenan sustancias químicas de felicidad y evita otras que desencadenan sustancias químicas de insatisfacción. Uno puede refrenarse frente a un impulso neuroquímico, pero entonces el cerebro genera otro impulso para buscar el mejor camino para satisfacer las necesidades de supervivencia del cuerpo. No somos esclavos de nuestros impulsos animales, pero tampoco podemos funcionar únicamente a base de datos puros, aunque creamos que lo estamos haciendo. Siempre buscamos la manera de sentirnos bien, decidiendo si actuar de esa manera, y después buscamos el siguiente paso para sentirnos bien.


- Libro Los hábitos de un cerebro feliz por Loretta Graziano Breuning.

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