Un hombre que acababa de llegar al cielo no aguantaba las ganas de decirle a San Pedro lo feliz que se sentía por estar en ese glorioso lugar. Le pidió a Pedro que le permitiera dar un vistazo al Hades para poder apreciar aún más su buena suerte y Pedro se lo permitió.
En el Hades vio que había una larga mesa que iba más allá de su vista. Estaba cubierta de los más deliciosos y variados alimentos que el hombre viera jamás. Sin embargo, todo el que estaba sentado alrededor de la mesa se moría de hambre.
- ¿ Por qué no comen? -le preguntó el hombre a Pedro.
- Porque a todos se les exige que tomen el alimento con tenedores de un metro de largo. Son tan largos que nadie logra llevarse el alimento a la boca y por lo tanto se mueren poco a poco de hambre.
Cuando el hombre regresó al cielo, ¡vio una mesa que parecía idéntica! Esta, también, estaba llena de deliciosos alimentos de todo tipo. Sin embargo, la gente alrededor de esta mesa estaba bien alimentada.
- ¡Aquí en el cielo deben tener tenedores mucho más cortos! -le dijo el hombre a Pedro.
- No, solo tenedores de un metro de largo - le respondió Pedro.
- Entonces, ¿por qué los que están en el Hades se mueren de hambre y estos en el cielo parecen estar felices y bien alimentados? -preguntó el hombre confundido.
- En el cielo, la gente se da de comer el uno al otro - respondió Pedro.
Amor es dar más y nunca contar los tantos.
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